Etiquetas: Egipto, Faraones, Gran Esfinge, Jeroglíficos, Nilo, Paula Royo, Pirámides, Valle de los Reyes
Paula Royo. Siempre hemos considerado los períodos del Gótico, Renacimiento y Barroco como los mayores legados arquitectónicos; bien es cierto que supusieron un antes y un después en la nueva concepción del arte, sin embargo y muchos siglos antes, aproximadamente unos 3000 años atrás, existió una civilización nacida en las orillas del río Nilo que construiría las mayores obras arquitectónicas de la historia, las majestuosas pirámides. A primera vista parece casi imposible que un puñado de hombres fuese capaz de levantar a las grandes faraonas de Egipto, sin tan apenas medios para poder llevar a cabo esta ardua tarea.
La majestuosidad de las pirámides sólo fue comparable al reinado de los artífices de su creación, los faraones; encarnación del Dios Ra, el Sol de la mañana, la Luna de la noche. Los grandes reyes del pasado no conocían los límites de su poder, cuanto mayor había sido su reinado mayores eran los palacios, monumentos en su honor y, sobretodo, las pirámides, que a su muerte se convertirían en sus “propios cementerios”. Los faraones y grandes reinas egipcias (decir que fueron menos las mujeres que los hombres) eran enterrados junto con sus riquezas, alimentos, animales y objetos de la vida cotidiana en la cámara central de la pirámide, lo que les permitía, según sus creencias religiosas, reencarnarse y vivir una nueva vida rodeada de lujos.
Tan extraordinaria fue esta civilización, que la podríamos considerar como la cuna de todas las culturas. Fue aquí donde se desarrollaron los jeroglíficos, tomado por los investigadores como el primer alfabeto conocido en la historia del hombre, concretamente en el 3.100 a.C, quizás sea una de las piezas claves para el posterior desarrollo del alfabeto romano y por consiguiente, para el actual tipo de escritura. En este mismo año se produjo otro avance, esta vez en el campo de las matemáticas, fue usado por primera vez en el mundo el Sistema Decimal. Tan amplios fueron los conocimientos de estos héroes de la historia, que inventaron el papel, más conocido como papiros en el 3.000 a.C, decenios más tarde, concretamente en 1.860 desarrollaron un de canal desde el mar Rojo hasta el río Nilo que permitió el transporte de mercancías. Junto a estos descubrimientos se produjo la creación del calendario que posteriormente sería utilizado en la Edad Media por su regularidad y su exactitud, por último decir que en el 1.500 a.C se creó la primera fábrica de vidrio del mundo, los egicios trabajaron el cristal como pocos, su meticulosidad fue extrema y muy elegante.
Lo cierto es que todo Egipto es una gran obra de arte. Nos encontramos ante un país situado en el nordeste del continente africano rodeado en su gran mayoría por el majestuoso e interminable desierto del Sáhara pero si por algo es conocido este singular país es conocido por su civilización antigua y sus monumentos como la ciudad de Luxor en donde se encuentra el archiconocido Valle de los Reyes, lugar donde se encuentra la mayoría de la tumpas faraónicas del Nuevo Imperio; o el templo de Karnak, el complejo religioso más importante del Egipto Antiguo. Como todos sabemos y por lo que realmente es conocido este exótico país es por sus pirámides, las más famosas son las de Giza construidas en honor de los faraones Keops, Kefrén y Micerino; las pirámides de Giza es una de las siete Maravillas del Mundo. Otra de sus míticas obras arquitectónicas es la Gran Esfinge, de más de 2o metros de altura de los cuales 5 están dedicados al rostro.
No moriré sin visitar este grandioso país. Debe ser una sensación indescriptible, sentirte insignificante ante el poderoso desierto del Sáhara, pero todavía más ante las verdaderas reinas de Egipto, las colosales pirámides.
Vía | Wikipedia Arte e Historia
Etiquetas: ¿Arte o Delito?, Arte Urbano, Eduardo Pérez, Graffitis
Esta vez no para teorizar sobre si el graffiti es un arte o es un delito, eso ya está en manos de todos y cada uno de los que habéis leído el post para que juzguéis vosotros mismos. Esta vez, relataré aquel encuentro con aquellos chicos que, una noche, me desvelaron sus secretos como artistas urbanos, esclareciendo muchas cosas acerca de la esencia de la calle.
Tras ese encuentro, quedamos en volver a encontrarnos, sin números de teléfono ni direcciones, ya que lo que hacen es un delito penado, como me lo confirmaría mas tarde, con una cuantiosa cantidad de dinero, injusta y desproporcionada con respecto a los gastos que genera el hecho de limpiar una pintada.
Nos encontramos en un conocido bar y entablamos una amena charla, en la que tuve la oportunidad de hacerle muchas preguntas. Como su nombre es confidencial, utilizaremos su firma: SOCK. Sock es un chico, de unos veinte años, estudiante universitario, tiene madre, padre, vive en una casa y no es nada parecido al estereotipo que la sociedad tiene acerca de los jóvenes que se dedican a decorar las calles con sus firmas y consignas. No es drogadicto, no vive bajo un puente, ni roba, ni nada por el estilo. Simplemente quiere que su voz se oiga, protestar contra lo que le parece mal, o elogiar lo que le parece bien, y la única manera que tiene para que su pensamiento trascienda es dejando su marca pintada en la pared.
¿Por qué pintas?
Sock: “Por no caer en la monotonía de la sociedad. Me mata despertar y ver una pared blanca, descolorida, muerta. Una ciudad necesita color, vivacidad”.
¿Cuáles son los riesgos? aparte de que te detengan…
Sock: “El principal riesgo es económico, por las multas que te puedan caer, sé que no voy a ir a la cárcel por pintar, por eso lo vuelvo a hacer. Otro riesgo son las caídas desde alturas, porque nos subimos a cualquier sitio para poder pintar.”
¿Cuándo empezaste?
Sock: “Con doce años, primero con los rotuladores en las puertas del McDonald´s (se ríe). Luego poco a poco vas a más, hasta que haces graffiti con spray”.
¿Te han pillado?
Sock: “Si, unas 3 veces la policía, con sus respectivas multas. Sin embargo los que peor se lo toman son las personas que pasan por donde estas, inclusive si estas en un sitio legal, nos insultan y a veces, si estamos subidos en algún sitio, nos tiran cosas”.
¿Qué tal está la situación de los grafiteros?
Sock: “Mal, por la puta Expo. Aunque ya estaba mal antes, ahora está mucho peor. Yo creo que es porque la gente no lo entiende, y se ha hecho a la idea de que es un crimen. Si nos dejasen, creo que decoraríamos mucho mejor la ciudad que algunas de las cosas que ponen para “embellecer” la ciudad”.
¿De cuál graffiti te sientes más orgulloso?
Sock: “uno que hice en la plaza San Francisco. Por que era lo más grande y mas vistoso que jamás he hecho. La cuestión está en que mientras mas gente lo vea, mejor, así ganas prestigio entre el resto de grafiteros”.
Tras haber tenido esta pequeña charla, nos dispusimos a pasear por la ciudad, para encontrar buenos lugares donde dejar plasmada su firma. “nos vamos de tagging” me comentó, que consiste en dejar su firma de forma rápida en lugares de difícil acceso.
Encontramos un sitio idóneo, y el procedió a dejar su firma.
Tras esto, y como el tenía ganas de más, le acompañé a hacer otros dos, en distintos lugares de la ciudad.
Al final, nos despedimos, entre risas y la promesa por mi parte de pasarle las fotos y los vídeos. Agradezco a Sock y a toda su Crew, la ayuda y el apoyo para que este reportaje fuese posible.
Etiquetas: Patricia Vitoria
La revista contó con la colaboración de escritores de la talla de Jorge Guillén, Melchor Fernandez Almagro, José Bergamín, Fancisco Ayala... y con el trabajo de grandes colaboradores plásticos como José Caballero, Ismael de la Serna, Manuel Ángeles Ortiz, Joaquín Peinado y Fransesc Domingo.
Etiquetas: Carga de los mamelucos, Francisco de Goya, Fusilamientos del 3 de mayo, Laura Quílez, pinturas negras
Laura Quílez
En un pueblo no muy lejano de Zaragoza, llamado Fuendetodos, nació en el año 1746 una figura inconfundible e inevitable de olvidar, tanto por su persona como por la obra que dejó a sus espaldas: Francisco de Goya.
A través de unas de sus obras más importantes vamos a intentar analizar su forma de ver el mundo y la denuncia social que utilizó en las épocas más oscuras de su vida, como fue la Guerra de la Independencia. Nos referimos a Los fusilamientos del tres de mayo y a la Carga de los mamelucos, a parte de porque hoy se celebra su bicentenario y en todos los medios de comunicación es de lo que más se habla, son unas de las obras que más impactaron y más carga social han provocado en la historia española.
"No hay un Goya: sino muchos Goyas. Y es así porque su biografía es dilatada y está sujeta a muchos avatares de los que supo siempre sacar partido desde la creatividad". Quizá todo esto se deba porque le tocó vivir en un periodo de importantes cambios para la historia de España de los que no salió incólume.
Goya se halló durante toda su vida en la encrucijada de tres ejes: por un lado la cultura en el tránsito del s. XVIII al XIX; por otro la Ilustración tardía en una España con una burguesía débil; y por último, el fracaso de los ideales de la Razón que supuso la Guerra de la Independencia.
Goya estalla con su creatividad como otros muchos artistas españoles conscientes. Su vida es dilatada y difícil, ya que a él nunca le acompañó un titulo en el Antiguo Régimen, cosa necesaria si uno quería vivir dignamente.
Estas dos principales obras de las que vamos a hablar entran en un ciclo dedicado a los desastres de la guerra de la Independencia, a partir del momento en el que Goya presenta la solicitud para tratar los hechos acaecidos en 1808 al Consejo de Regencia: “para perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa…”. El fruto de todo este pensamiento del gran genio de nuestra tierra fueron los dos magníficos cuadros: Carga de los mamelucos y Fusilamientos del 3 de mayo.
El cuadro de la Carga de los mamelucos representa la lucha del pueblo contra los mamelucos: la guardia egipcia del ejército francés amenaza con llevarse a la familia real y en la Puerta del Sol se produce una rebelión popular para impedirlo.
Por medio de la perspectiva aérea organiza una multitud en un complejo movimiento que debe armonizar. A través de esta complicada composición una gran superficie rectangular se somete a un triangulo en el que se cruzan las dos diagonales del plano. En el centro óptico se sitúa la mayor violencia de la escena, en la que un mameluco muere a puñal junto a su caballo blanco. Se crea continuamente una línea de fuga con el edificio del fondo que es detenida por la masa del paisaje urbano muy impreciso e indefinido. Goya ha colocado al espectador en perspectiva baja, como si tratara de darle el puesto de protagonista que mirara caído desde el suelo y se le viniera encima la escena.
El conjunto se mueve con violencia dentro de este espacio que da la sensación de que esté cerrado, además, las posiciones de los personajes crean un continuo movimiento que va contra cualquier equilibrio. Con este cuadro Goya dice adiós a la armonía y con ella a la belleza neoclásica y aparece una inmediatez del “corresponsal de guerra” que tan famoso se consideró a partir de ese momento, puesto que hasta entonces no se había narrado así un suceso real. En conclusión, cuando miramos esta gran obra podemos decir que Goya no buscaba representar la figura de un héroe concreto sino que quería reflejar la lucha de un pueblo desigual y unido contra la represión de los invasores.
Los fusilamientos del 3 de mayo son la consecuencia trágica de la escena de la Carga de los mamelucos.
Los sublevados son conducidos antes de que empiece a amanecer a la montaña del Príncipe Pío donde están siendo fusilados.
A la izquierda de la composición el pueblo muere: un grupo de hombres normales, pobres y desordenados, simbolizan cada uno las diversas actitudes que puede tener el hombre ante el inevitable desenlace: la muerte. Podemos contemplar actitudes de tipo religiosa, desesperada, cobarde, e incluso heroica.
A la derecha, el pueblo que mata: organización, orden, preparación, anonimato, y sobretodo, frialdad. Una máquina de guerra en color negro y gris.
El farol colocado estratégicamente en el suelo por el artista deja al grupo asesino en contraluz mientras que sus víctimas quedan iluminadas, sus rostros están a la vista, acusando la máxima expresión.
El colorido en general es bastante mortecino aunque preciso y sólo parece interrumpido por los tonos más brillantes de la figura con los brazos abiertos, que pertenece al grupo del pueblo que muere. La luz proviene únicamente del farol del suelo, que incide directamente en el grupo de patriotas incluyendo al hombre de la camisa blanca que se posiciona como la víctima central, además, la iluminación crea una luz amarillenta en la que se ha querido reflejar el símbolo de la razón.
Este cuadro de Goya está constituido de muchos elementos novedosos: los personajes, a pesar de que posean una fisonomía determinada, realizan unos gestos diferentes; también, el autor no se preocupa tanto por el detalle sino por una visión del conjunto en la que nuevamente implica al espectador a través del punto de vista bajo; y lo que es más importante, la realidad se sacrifica claramente a favor de la expresión: el personaje central (que parece de etnia gitana), es el símbolo de la libertad y de su continua lucha por ella en esta época, y si nos fijamos detenidamente en ésta complicada figura nos daremos cuenta de que está dibujado con una perspectiva mucho más grande que el resto de figurantes en la obra, tanto que, si lo posicionáramos de pie, parecería un monstruo. Todo esto indica que, lo que buscaba realmente Goya con su obra fue la emoción, la expresión antes que el realismo total y con ello se anticipa en décadas a la pintura de su tiempo. También podemos añadir que Goya en este caso opta por la victima y no por el verdugo: el problema no es morir sino cómo y porqué se hace.
Entre 1819 hasta 1923 el artista vive en una finca junto al Manzanares la cual decora con catorce pinturas al óleo conocidas como PINTURAS NEGRAS porque presentaban la “crónica negra” de España; después fueron arrancadas y depositadas sobre lienzo. Entre ellas vamos a nombrar el Aquelarre (también llamado el Gran Cabrón).
En la obra del Aquelarre nos inquieta completamente cómo han cambiado las obras de éste singular autor en tan poco tiempo, creando una escena oscura e inquietante como la que contemplamos. En este cuadro se nos presenta como figura central un animal vestido con hábitos eclesiásticos en la izquierda de la escena y en negativo. Este singular personaje parece que está predicando a una audiencia compuesta por mujeres espeluznantes y viejas, menos la última a la derecha de ellas que parece una niña. Goya ha creado una escena alargada sometida a un cierto movimiento y realizada con una furia pictórica a base de continuas manchas sin color. En realidad podríamos estar hablando de una reunión de brujas presididas por la mismísima figura del diablo en forma de macho cabrío.
A pesar de los muchos cambios de humor por todos los obstáculos que le sobrevinieron a lo largo de su vida, Goya supo estar a la altura y dominar la situación entregándose en su profundo arte ofreciéndonos muchas obras que han llegado a significar, además de un antes y un después en la historia y arte españoles, en el arte a nivel mundial.
"La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos..."
Vía: Wikipedia, EDPLP, 1808/14, Thales, vía privada documental.